‘¿y tú, de qué Vietnam vienes?’ Esta expresión que surgió entre risas con un buen amigo en medio del caos de varias campañas simultáneas, y resume la conexión inmediata entre dos profesionales a través de traumas e infiernos personales.
Batallas dialécticas, conflictos políticos, guerras internas, autarquía, meritocracia, pensamiento único, explotación, justicia, injusticia, ascenso y posterior caída… no estoy hablando de la Historia de Europa. Estoy hablando del ejercicio de cualquier profesión en cualquier país o sector salvo contadas excepciones.
Trabajar es salir a luchar dispuesto a entregar la vida por un bien escaso. No importa si uno enarbola la bandera de la familia nuclear, monoparental, single o numerosa; la subsistencia requiere de recursos y esos recursos son insuficientes para todos.
Bajo esta premisa y aunque hayan colgado el San Benito del lenguaje bélico al mundo del marketing la realidad es que el estado de guerra permanente nos convierte a todos en soldados. Y no hay mayor conexión que la de dos veteranos de guerra que se ponen a hablar de viejas batallas.
La tesis es la siguiente: todos transitamos los mismos caminos. y estos caminos son los caminos de la Guerra.
“Πόλεμος πάντων μὲν πατήρ ἐστι πάντων δὲ βασιλεύς, καὶ τοὺς μὲν θεοὺς ἔδειξε τοὺς δὲ ἀνθρώπους, τοὺς μὲν δούλους ἐποίησε τοὺς δὲ ἐλευθέρους”
Guerra es padre de todos, rey de todos: a unos ha acreditado como dioses, a otros como hombres: a unos ha hecho esclavos, a otros libres
Entrar a explicar el fondo de esta cita supera con creces el objeto de este artículo. Me permitiré el reduccionismo de entenderla como que la guerra delimita lo que somos.
La Guerra ente la honestidad y la corrupción personal, entre el ‘así vale’ y el ‘asi no vale’. Entre aceptable e inaceptable. La Guerra define exactamente a qué nos dedicamos. Si somos súbditos o vasallos, clietntes, proveedores, socios, colaboradores o guías.